Estas galletas de mantequilla no se te resistirán aunque seas un desastre para la repostería. El único problema que tendrás con ellas es conseguir no comértelas todas.
Primera buena noticia: esas galletas de mantequilla que se venden en latas cuquis y cuestan una pasta se pueden hacer en casa por la mitad de dinero (o menos). Segunda buena noticia: si te estás llevando las manos a la cabeza porque la repostería para ti es pura alquimia y no sabes ni por dónde empezar; respira, porque esta receta es a prueba de torpes. Tercera buena noticia: cuando las hornées tu casa olerá a gloria. Y ahora, la mala: están tan buenas que es difícil contenerse y no zampárselas todas de una sentada.
Déjame de noticias y dime cómo se hacen
Madre mía, qué humos. Necesitarás:
250 g de harina
1/2 cucharadita de levadura química (tipo Royal)
1/4 de cucharadita de sal
230 g de mantequilla de buena calidad
100 g de azúcar
1 huevo
Preparación
Mezclar en un bol la harina, la levadura química (tipo Royal) y la sal.
En otro recipiente, batir la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar. Añadir la yema del huevo y seguir batiendo hasta que esté todo integrado y esponjoso.
Sumar la harina poco a poco hasta obtener una masa homogénea. Formar una especie de rulo con ella envolviéndola en plástico transparente, y meterla en la nevera un mínimo de una hora, o idealmente toda la noche.
Calentar el horno a 180 grados, cortar el rulo en discos de medio centímetro aproximadamente y repartirlos en una bandeja de horno forrada con papel de ídem, guardando una coronavírica distancia de seguridad de 2 o 3 centímetros.
Hornear 20 minutos o hasta que estén doradas por los bordes.
¿Puedo ponerles cosas?
Puedes mezclar con la harina frutos secos picados como nueces, pistachos, cacahuetes, almendras o avellanas. También puedes añadir una cucharada de cacao en polvo sin azúcar a la masa para darle un rico sabor chocolateado, y si tienes una vaina de vainilla puedes abrirla a lo largo, raspar las semillas y añadirlas a la masa. Ni se te ocurra tirar la vaina: córtala por la mitad y ponla en un tarrito con 100 ml de ron: en un par de semanas tendrás una esencia de vainilla casera para usar en bizcochos, galletas y otras preparaciones (unas gotas en un café con leche, caliente o helado, pueden darle mucha calidad a la película).
¿Más vueltas de tuerca? Un poco de jengibre fresco rallado, cardamomo, canela o piel de cítricos rallada; si están blanditos -como las mandarinas de final de temporada-, será más fácil si los ponemos un rato en el congelador. Si todavía tenemos un poco de turrón de Jijona o Alicante haciendo el zombi por la despensa también podemos triturarlo y añadirlo a la masa (si le ponemos 50 g de turrón picado, quitaremos 25 g de azúcar para compensar).
El chocolate siempre es una buena opción; puedes añadir gotas a la masa o, mucho más sencillo -sobre todo si no tienes gotas a mano-, simplemente ponerles una pastilla, o media, encima justo cuando salen del horno. El calor de la galleta lo fundirá sin requemarlo y recubrirá la galleta (y cuando se enfríe se volverá a poner duro). ¿Chocolate y media nuez encima? Adelante